Gianluca es una enfermera de medicina interna. Lo ha sido durante cinco años y cuando habla de su trabajo lo hace con la sonrisa de aquellos que se identifican con esta profesión y ponen su corazón y profesionalidad en ella.
En su formación ha combinado dos cursos de estudio, formación clínica y gestión de la salud, para ser "una enfermera cada vez más preparada y competente que sabe cómo garantizar a los usuarios, a las personas, una atención segura y valiosa".
Gianluca lleva a cabo su trabajo con competencia y profesionalidad y a todo esto añade su capacidad de comunicación, de escucha y sobre todo de transmisión de información. Trae consigo la capacidad de tratar de hacer que las personas que están en una situación de estrés, dolor y dificultad se sientan a gusto.
"La relación, el tiempo que pasas con un paciente es cuidado", dice, y es natural que nos preguntemos cómo puedes soportar todo esto. Cómo puedes soportar el dolor en la cara de la gente.
"Con el tiempo comprendí que sabía percibir el dolor y la historia de las personas que me necesitaban en ese momento." Comprendió cómo se sentían, pero sobre todo comprendió que lo necesitaban en ese momento, y que tenía que estar allí. Tuvo que poner todo su profesionalismo a su servicio para asegurar lo mejor de sí mismo y de sus habilidades.
Gianluca entonces, nos habla de su casa, no la que regresa exhausto después del trabajo cada noche, sino la que lo recibe cada día cuando lleva el uniforme: la unidad operativa donde trabaja. Porque esto es para un departamento, para los que trabajan allí todos los días, durante horas y horas.
Nos cuenta cómo el lugar que había sido un refugio seguro para él, donde conocía cada rincón y donde siempre sabía dónde encontrar cada objeto, se transformó de repente durante la emergencia de Covid-19. Si en esa casa antes cada uno tenía su uniforme distintivo, un color específico para indicar su profesión, la necesidad de cambiar sus uniformes con mucha más frecuencia durante esta pandemia, puso todo esto patas arriba. "A partir de ese momento, todos llevamos el mismo uniforme", unidos por un propósito. "Tengo este recuerdo: delante de mí todos estos nombres de enfermeras, anestesistas, clínicos, otros operadores que no conocía pero cuyos nombres leí en mi pecho".
¿Y en su propia casa? A la que regresó después de turnos de 12 horas, la elección a la que tuvo que enfrentarse fue difícil, pero fue la única posible: alejarse físicamente de los que ama. Gianluca vive con su marido y un perrito, y por su bien eligió irse, estar sola, aislada, para protegerlos, pero también para los que, por trabajo, entraron en contacto con su pareja. Afortunadamente pudo hacerlo dentro de sus propias paredes, creando un ambiente aislado para sí misma. Era un alivio permanecer en lugares familiares, pero un gran sufrimiento tener a la persona amada a un paso sin poder abrazarla, sin poder recibir el consuelo que era importante en ese momento. Porque Gianluca es un profesional pero un ser humano. Y son dos mundos inseparables de los que hay que tomar nota.
"Pido a la gente que se detenga cuando tengan a un trabajador de la salud delante de ellos y, mirando su uniforme, mirando sus actitudes, entiendan que detrás de esa persona hay años de estudios, de sacrificios. De habilidades que no son sólo clínicas. Hay mucha gente que no pasa el domingo en casa con su familia pero que está feliz de hacer este trabajo, feliz de cultivar una profesión que ha elegido. Una elección consciente. Y por lo tanto ser una garantía para el saludo de la comunidad".
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